Luis Moros: 2+2= 5

Soy un hombre absolutamente innecesario
Luis Moros

“Venimos de la noche y hacia la noche vamos” advierte el verso de Vicente Gerbasi en una clara alusión al tránsito y a las desmesuradas medidas de lo inmaterial. Esas palabras apuntan a lo fugitivo y a lo inmanente, al movimiento de la existencia y a múltiples aspectos de la vida que pueden suceder o no. A un proceso opuesto a historias o certezas definitivas: “Atrás el tiempo queda como drama en el hombre: engendrador de vida, engendrador de muerte”. En ese recorrido de oscuridad a oscuridad domina lo provisional e inaudito. La realidad es el movimiento, lo demás es apariencia, simulacro. En su interior los discursos son fragmentos de memorias, sistemas y códigos juntados a lo largo de los años. Son conjuntos asimétricos de emociones y experiencias reunidas con dificultad: sensaciones efímeras, creencias insólitas y momentos de escepticismo. Así es el universo estético de Luis Moros: un laberinto lleno de trampas y seres insomnes, nocturnales como él.

Artista, semiólogo, periodista o profesor son algunas etiquetas adheridas a la valija de un hombre entregado a la investigación. Su trabajo parece seguir una premisa de la poética de Antonin Artaud: el pensamiento deviene del “desmoronamiento central”. En sus obras colapsan los sistemas de poder y emerge una sensibilidad ambigua, compleja, por momentos brutal; esencialmente estética. Le obsesionó lo efímero de los significados atribuidos a los objetos y sistemas de signos, y lo permanente de la interpretación. Cada imagen hecha por este artista es una constancia de la fragilidad humana, una observación silenciosa de los procesos donde el sentido de las palabras y las imágenes es elaborado, y sufrido. En suma, son exámenes hechos sobre los límites de la verdad y los amores incómodos. Las obras no tienen la misión de cambiar el mundo, no quieren salvar a nadie ―esos laberintos de insomnio digital carecen de salidas―, solo quieren demostrar que lo dado por cierto, por real, es un simulacro. Cada byte en sus imágenes pareciera gritar la máxima de G. I. Gurdjieff: “no creas en nada, ni siquiera en ti mismo”.

Descontextualizar, reubicar, desmaterializar, re-ensamblar, decodificar, ofuscar, oscurecer y forzar los significados hasta despedazarlos son operaciones habituales en el trabajo de Luis Moros. Fotografías, páginas y objetos intervenidos en procesos digitales están acompañados de rastros de pintura y escritura. Lo importante no son los átomos o los bytes sino las relaciones complejas donde coinciden: su andar a través de subterráneos, jaulas, fantasmas y escenas de video juegos. Él convierte la transgresión en una vía para exhibir realidades alternativas y poéticas, atrapadas a medio camino entre lo visible y lo invisible. Para estimular el colapso de lo establecido en la sociedad y la historia, en las leyes y los hábitos, y en lo aparentemente definido por las disquisiciones de la razón.

Luis Moros es un “operador creativo”, también un Minotauro electrónico encerrado en la soledad de su insomnio digital. Su trabajo no es sobre la realidad sino sobre su colapso, contaminación y desmoronamiento al llegar la noche. Él sabotea los egos e infringe lo socialmente aceptado. La inserción provocadora de claves gráficas, lingüísticas y fotográficas en sus obras lo demuestran: “1917”, “Menschlicheverunreinigungen”, “5↑5↓” o “2+2=5”.

La vida de los seres humanos está llena de estructuras ―sintaxis― dadas por ciertas: leemos líneas de textos, composiciones gráficas, concatenaciones de planos fílmicos, listas de normas y catálogos de tendencias. La percepción transita inocente a través de esas trampas. Acepta sus sistemas dominantes: arquetipos y clichés. Luis Moros lo sabía, lo sufrió, fue un estudioso del discurso y sus fraudes. No aceptó el juego seductor de los sistemas dominantes. Se ocupó, a lo largo de “una carrera que pretende haber sido permanente y silenciosa”, de elaborar filtros poéticos ―antídotos semióticos―, para limitar los embates del poder sobre la conciencia de las personas. Su arte genera situaciones particulares, le da paso a lo inadmisible. Lo hace al trastornar materiales de la vida diaria y la memoria. Sugiere lecturas alternativas para incitar trastornos. Le devuelve a la realidad una oferta compleja, rebelde, elaborada desde la sin-razón: un laberinto digital donde el Minotauro es un rehén de sus propios delirios, de su insomnio.

Humberto Valdivieso + Lorena Rojas Parma.

Agradecimiento: Suzanne Noujaim.

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ARTISTA

Luis Moros
Artista venezolano / 1954-2015.

Estudió Arte y Dibujo en la Escuela de Artes Plásticas Cristóbal Rojas, 1975-1980. Licenciado en Comunicación Social Universidad Central de Venezuela, 1980. Maestría en Artes Plásticas, en la Escuela Nacional de Artes Plásticas de la UNAM, México. Magister en Lingüística, en el área semiótica, en la ULA, 1999. Doctor en Semiótica de los Lenguajes Visuales, en la ULA.

Fue miembro del Grupo de Investigación Semiolingüísticas de la ULA. Creador y coordinador del Libro del Artista (GISLAR) de la Escuela de Artes Visuales y Diseño Gráfico de la facultades de Arquitectura y Artes.
Secretario de Redacción, Diseñador, Ilustrador y Caricaturista de El Nacional.
Redactor en las secciones de Cultura, Arte, Farándula y Deportes y Jefe de Edición Gráfica.

Fue el creador de ‘Moros y Cristianos’, sección de humor gráfico en 1985, del proyecto gráfico logotipo y funcionamiento computarizado de la redacción, del diario Economía Hoy, y de las historietas ‘Imecas vs Aztecas’.

Entre sus exposiciones individuales se cuentan Dibujos y Grabados en la Galería del centro de Enseñanza Gráfica del CONAC en 1981, Caricaturas en la Galería Fantoches en 1985, Dibujos en la Alianza Francesa de Caracas en 1988, Autorretrato de un Desconocido en la Galería Reyes Heroles, Coyoacán-México, en 1993, Litografías en la Galería de la Academia de San Carlos-México en 1994 y Litografías y Pintura en el Centro Cultural de Cuernavaca-México, 1995.

A fines de 2017 se presentaron algunos de sus trabajos en la exposición del IPSP en Print Shop y luego en Miami Biennale, Miami Fl. Una de las muestra póstumas del artista fue 2+2=5. Insomnia digital, en el Centro Cultural UCAB en 2018.

Obtuvo el Premio Nacional de Periodismo, mención Diseño Gráfico, 1985.
Orden de Mérito al Trabajo en 3ra clase, 1985 .
Premio al Periódico mejor diseñado de América Latina, otorgado por la Asociación de Diseñadores Gráficos de EE.UU. al diario Economía Hoy, 1990.

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