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Post-Naturaleza

Consideraciones

La muestra a continuación, está diseñada para ser disfrutada por todo público sin restricciones de edad.

Recomendaciones

Si bien es cierto que la muestra está diseñada para ser vista desde cualquier dispositivo, te recomendamos en la medida de lo posible, visitarla desde un ordenador para incrementar el disfrute de la experiencia.

Antes de comenzar, abstrae y expande tu mente.

Expandir no es solo abarcar más espacio, también supone generar alternativas a las costumbres heredadas, aumentar la complejidad de lo aprendido hasta el presente y lidiar con el caos provocado por esas transformaciones. Por lo tanto, tiene mucho de experiencia contínua y deformación de lo conocido. Eso es lo que ha ocurrido con el incremento de los vínculos entre la vida (procesos biológicos) y los circuitos digitales (procesamiento de datos). Es decir, con la expansión tecnológica (posthumana y transhumana) del siglo XXI. Un fenómeno indetenible cuyo desarrollo pudiese, incluso, provocar el génesis de una naturaleza desconocida hasta ahora.

La relación cada vez más estrecha entre el arte, la ciencia y la tecnología coincide con este fenómeno y está suscitando una poética del presente a partir de él. La coincidencia entre mundos que parecían incompatibles hasta hace poco constituye el germen de una era con mayor entropía (ἐντροπία: transformación) y el impulso de una belleza emergente.

La cultura digital integrada a los procesos biológicos nos llama a pensar de nuevo nuestro lugar en el cosmos, el modo cómo convivimos y nos relacionamos con diferentes formas de vida. Quizá no para dar respuestas sobre algo aún informe y en movimiento, sino para señalar los efectos que la convivencia entre humanos, otras especies y artilugios tecnológicos están provocando: nuevos conocimientos, distintos modos de comunicación y distancias, cuerpos inéditos y relaciones inter-especies, velocidades y formas del tiempo no tradicionales.

Todo esto conduce a la inagotable pregunta: ¿cuál es nuestro mundo? Para responder es necesario revisar (y re-imaginar) la relación que tenemos con una naturaleza que dejó de ser paisaje y ahora es una con nosotros ante la crisis provocada por el antropocentrismo moderno. Postnaturaleza es un proyecto que se aproxima a esa pregunta desde los trabajos expuestos por cuatro artistas latinoamericanas.

Ana Laura Cantera, en equipo con Demian Ferrari, expone en Cartografías invisibles, un proyecto que examina la vida como una trama donde lo digital y lo biológico son indiscernibles. Su cyborg fúngico-electrónico diseña territorios a medida que va midiendo las cualidades del espacio físico. El biobot, “animal electrónico-fúngico” busca las mejores condiciones ambientales para la vida a través de sus sensores. Visible-invisible, artificial-natural o animado-inanimado son, en su trabajo, categorías deformadas por un flujo indivisible, por un mismo proceso vital.

Edith Medina con Anatomía de una lágrima: Cristalizar lo intangible propone una poética de lo inmaterial. Un discurso estético que deriva de procesos biológicos y de la investigación científica. Ella, con la materia que mana del cuerpo conmovido, con el proceso de cristalización en el laboratorio, la mirada ampliada por el microscopio y el paso del tiempo, propone un giro ontológico. La ciencia, en su trabajo, voltea hacia lo íntimo. Eso le permite buscar otras vías para sopesar la realidad y la existencia misma.

Un Jardín genético es un ámbito de información, procesos y vínculos. Un campo de experiencias en tránsito entre las humanidades y la ciencia. Nela Ochoa hace de las leyes de la evolución, de los procesos de composición de la imagen digital, de la historia del pensamiento, de la naturaleza de su tierra y de muchas otras cosas un rizoma. En el sentido que Deleuze y Guattari le dieron, sus obras no se dejan “reducir ni a lo uno ni a lo múltiple”. Está hecho, como toda investigación, de transformaciones y líneas que pasan de la imagen a las ideas, a la naturaleza, a los problemas ecológicos, a la ciencia, a la poesía y, sin duda, al infinito.

La obra de Corina Lipavsky es una afirmación de que la vida no puede ser comprendida fuera de la idea de “vínculo”. Tampoco, sin la experiencia sensorial de los fenómenos visibles e invisibles. Tener cuerpo no es poseer volumen sino hacer consciente la interacción, percibir las relaciones que hay entre las vibraciones humanas y las de otras especies. Saber que el cosmos no diferencia entre piel e imagen, música y respiración, humano, animal y planta. Simbiosis es una serie sobre el instante que guarda en sí mismo la totalidad.

Lorena Rojas Parma + Humberto Valdivieso

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