MÚLTIPLES
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Múltiples
Orlando Perdomo
El instante poético es como el instante metafísico: completo, total, absoluto.
Damos por sentado que en el arte el acto de creación pertenece por entero al hecho estético en sí, como si sólo se hallara en lo estrictamente artístico. Sin embargo, basta con emprender un recorrido por la obra de arte para comprender que el arte es invención de la realidad, fabulación sin límites, alegoría de la propia imagen. Incluso si se asume lo primero, es incuestionable la cualidad sensorial que posee una obra de arte, como una especie de fantasma o espíritu casi incorpóreo que transforma la materia y le confiere un sentido poético que no posee por sí misma.
Serviría estar en presencia de la obra de Orlando Perdomo (Barquisimeto, 1981) para certificar la dimensión artística y el poder metafórico que alcanza la materia en la escultura. Se trata de un registro sensible, sofisticado in extremis, propio de quien conoce el medio y el oficio. A priori parece una obra que encuentra su fin en expresar un momento especialmente importante de crisis de la cultura plástica moderna, haciendo suyo el legado de las vanguardias, en especial del cinetismo, y que, en su metamorfosis desmitifica el fetiche de unicidad.
Este interés por la forma a través de superficies invisibles y el uso de ilusiones ópticas complementa su poética, se antoja como una transgresión de planos materiales dentro del marco, descrito por Meyer Schapiro: “como un cierre regular que aísla el campo de la representación de la superficie que lo rodea” y en el que se enuncia la imagen y su aparente significado.
Su trabajo se presenta de golpe como un ejercicio semántico construido desde la acuciosidad técnica de su propio lenguaje, resultado de una simbiosis de formas significantes que ensalza la figura humana como paisaje anónimo y la revelación de múltiples niveles de entendimiento sobre el ego, sobre el que reposan sus interrogantes; fragmentaciones aparentes en un juego retórico a través de una gestualidad conceptual y minimalista que invitan a una introspección híbrida movida por sus referencias personales.
La obra de Perdomo se convierte así en convergencia de materia y poiesis, en creación y acto sensible para la complacencia en el que alcanzamos una alquimia con el arte, llegamos siempre a ese lugar utópico, al disfrute pleno, al diálogo del arte como poesía.
Antonio Odehnal