Ricardo Arispe

¿Qué es la realidad?

2020, “Vivimos” cuando estamos conectados a un dispositivo que nos permite “salir” o “entrar” al contexto de nuestro entorno. ¿Dónde está nuestra presencia?, ¿Qué somos?. Quizás solo somos simples presencias residuales contenidas tras un avatar que habitan en entornos digitales y no más que eso.

¿Qué es la realidad?, ¿Lo que vemos ?, ¿Lo que percibimos?. ¿Quién decide que consumimos?, ¿Quién es la nueva “Deidad” que controla lo digital?.

Ejercicios visuales que mezclan el uso “Realidad virtual”, “la Inteligencia Artificial” y el trabajo colaborativo.

Consideraciones

Algunas de las piezas pueden contener material sensible y/o contenido solo para ser visto por personas mayores de 18 años.  Se agradece discreción.

Recomendaciones

Si bien es cierto que la muestra está diseñada para ser vista desde cualquier dispositivo, te recomendamos en la medida de lo posible, visitarla desde un ordenador para incrementar el disfrute de la experiencia.

Antes de comenzar, abstrae y expande tu mente.

Ricardo Arispe

¿Qué es la realidad?

La materia está compuesta de diminutas partículas. No las vemos a simple vista, pero están ahí. Existen. Los pixeles, por su parte, son la unidad básica de la imagen digital y hacen posible su existencia. Códigos binarios, algoritmos, interfaces, motores de búsquedas van definiendo nuestras relaciones con los datos. Lo intangible pareciera prevalecer y conectarnos con un mundo en el que algunos conceptos lucen caducos y otros, necesariamente, se transforman o ajustan.

La hipervisualidad, como consecuencia de la necesidad exagerada de registrar fotográficamente todo cuanto sucede, ha desplazado la contemplación. La urgencia de generar imágenes ha erosionado muchas de sus cualidades. El darwinismo tecnológico ha alcanzado a la fotografía, desafiándola a adaptarse para sobrevivir. Del ‘instante decisivo’ pasamos a la ‘decisión instantánea’. La inmediatez es la moneda de pago por la masificación de la imagen. “Hoy todos producimos imágenes espontáneamente como una forma natural de relacionarnos con los demás, la postfotografía se erige en un nuevo lenguaje”, afirma Joan Fontcuberta.

Es el lenguaje del cual parte Ricardo Arispe para construir, mediante capas de información, una obra que se vale de la apropiación, la intervención y la reinterpretación, en la que los bordes se desdibujan, la autoría se diluye y se opta por la ‘estética del acceso’, la creación colectiva y la interactividad propia del manifiesto postfotográfico que apunta, entre otros aspectos, a la deslegitimización de los discursos de originalidad y las tensiones entre lo público y lo privado. Un paisaje postapocalítico que, a la vez, es creación. Un caos que, sin dejar de serlo, dialoga con el futuro y abre posibilidades de reordenamiento con el fin de entender y presentar una visión que es la suma de otras miradas.

Valiéndose de múltiples recursos tecnológicos confronta lo palpable y lo virtual, no de manera dicotómica, sino, más bien, como piezas de un engranaje en el que la realidad supera la ficción y extiende invitaciones a hurgar, detenerse y observar para, finalmente, sobrevivir a pesar de la saturación visual y mostrar la imagen después de la imagen.

Johanna Pérez Daza

Ricardo Arispe

¿Qué es la realidad?

Podemos afirmar sin reparo que estamos en una era de desmoronamientos. Idea esta particularmente apropiada para un año donde hemos visto desprenderse de nuestra experiencia las ilusiones que nos hacían creer en la posibilidad de refugios y territorios “seguros”. Cuando esa realidad comenzó a “deshacerse” adquirimos una relación particular con el tiempo: dejamos de transitar a través de él buscando el futuro. Ahora habitamos, con cierta desorientación, la inmensidad del presente. “Venirse a menos”, “irse destruyendo” son efectos inherentes a quien está detenido. La velocidad del desplome ⎯lenta o rápida⎯ no es fundamental. Lo importante, en verdad, es que cuando algo colapsa y se viene abajo es porque la cohesión de su cuerpo ⎯o de su espíritu⎯ ya no soporta la presión de las fuerzas del presente. Unas energías extrañas lo estremecen y le hacen ceder.

El poeta Antonin Artaud, en una carta a Jacques Rivière, explica que si hay algo disperso o inconsistente en sus poemas no tiene relación con la falta de práctica o desconocimiento técnico sino con el “colapso central de la mente”, debido a “una especie de erosión, tanto esencial como fugaz” de su pensamiento. Asimismo, nuestro mundo no carece de técnicas y conocimientos avanzados, pero la crisis de las ideas modernas lo está desmoronando. Y ese deshacerse a pedazos supone a la vez su decadencia y su aurora. Semejante paradoja ocurre pues es justo entre los escombros donde aparece el encanto del alma contemporánea siempre “a la deriva”, del Eros nómada postdigital.

Ricardo Arispe en sus obras elabora una poética de esos colapsos y su consecuente desorientación. Desde el fotolibro Chernobyl ha rastreado, al menos, dos conflictos actuales: la erosión de la realidad y la descentralización de la figura humana. Lo ha hecho subvirtiendo el orden de su propio universo creativo y conceptual, despojándolo de las categorías habituales: arte digital, escultura, fotografía, arte urbano y videoarte. De ahí que todas sus propuestas asoman sin escrúpulos la siguiente pregunta: ¿acaso estos términos aún son capaces de hablarnos sin balbucear? Con todo, su discurso creativo mantiene la coherencia justo en el lugar donde el mundo y los procesos técnicos comienzan a perderla: en los fragmentos, los residuos, los detritos del presente a quienes se les ha dado el nombre de post-verdad, fake news, infoxicación, utopías, distopías, pandemias e infodemias entre otros. También, en los paisajes contaminados y los cuerpos híbridos que emergen de ellos.

La tecnología en las obras de este artista va más allá del uso de aplicaciones y técnicas para lograr objetivos. Bien se trate de procesos digitales o analógicos ⎯él pasa de unos a otros sin problema⎯ esa poética del colapso fusiona bytes y átomos, algoritmos genéticos y conductas sociales, avatares y máscaras en un mismo estado real de la imaginación. ¿Qué quiere decir esto? Que al aceptar la condición nómada de la existencia actual también incorporamos el colapso a nuestra experiencia de vida. Hoy las imágenes generan un cierto campo de energía caótica y nos incluyen en ella. El arte es un generador sublime de estos campos donde la división entre realidad y ficción es desestimada. Donde el proceso de ser humano no puede separarse de la ilusión de vivir como robots, pertenecer a otras especies, cambiar aleatoriamente de tiempos o integrar múltiples formas de placer y dolor en una misma experiencia.

El trabajo de este creador está en la corriente “post-media”, pues su magia y su Eros postdigital no están en el uso de los artefactos o sistemas inteligentes (AI), sino en los vínculos misteriosos del alma humana con los procesos tecnológicos. Las Intervenciones Urbanas y los #Fragmentos están hechos de sinapsis misteriosas. Esos enlaces energéticos aparecen una vez que él ha erosionado los lugares referenciales ⎯Chernobyl o Caracas, dos ciudades en colapso⎯ o hecho desaparecer el cuerpo moderno con sus medidas y proporciones.

Estos trabajos y las múltiples propuestas derivadas de ellos han olvidado el antiguo valor de los objetos. Ahí lo importante, como corresponde al arte emergente de esta década que comienza, es la performance entre inteligencia artificial e inteligencia humana ⎯¿hiper-inteligencia?⎯ cuyo efecto demoledor del presente es una fuerza cósmica que aumenta, re-mezcla (remix) y sacude la realidad para provocar el colapso de lo central. Y una vez logrado este propósito continuar el proceso indetenible del hacer, tal como lo expone Artaud: “I have no immediate or petty purpose in mind. I want only to settle a burning problem”.

Humberto Valdivieso

Ricardo Arispe

Venezuela

Barquisimeto, estado Lara, 1980. Reside y trabaja en Caracas, Venezuela.  Analista de Sistemas, Universidad Centroccidental Lisandro Alvarado, Barquisimeto, estado Lara, Venezuela, 2.000. Fotógrafo, en sus inicios optó por la formación autodidacta y posteriormente participó en diversos talleres de especialización. Inicia su carrera expositiva en el año 2.011.

Ha sido merecedor de: 3er Lugar en el concurso “Métiers du Monde”, Alianza Francesa, Caracas, Venezuela, 2012.  3er Lugar XX Salón de Jóvenes con FIA, Museo de Arte Contemporáneo del Zulia, Maracaibo, Venezuela, 2017. Finalista del Premio Internacional FELIFA 2018, Buenos Aires, Argentina. Seleccionado para formar parte del proyecto editorial Nuevo País de la Fotografía (2019), editado por Grupo Artesano y Banesco, Caracas, Venezuela.

Ha publicado los fotolibros: Escrito en el cuerpo, 2013. ИВАН И МЭРИ, 30 years after Chernobyl, 2016.  #SomosResilientes, 2017.

Es director de la iniciativa IncubadoraVisual, Director de #ElDespachoArtLab y parte del Team de AWA Cultura.

DECLARACION DE ARTISTA

Como artista he investigado las formas en que nuestra cotidianidad y nuestro entorno político influyen sobre nosotros, no solo como una vía para el autocuestionamiento, sino como una ventana destinada a sumar esfuerzos a la difícil tarea de entender nuestra situación como sociedad, como colectivo. Me preocupan nuestros padecimientos actuales y sus consecuencias: corrupción, escasez, abuso, violencia y el poder en todas su formas, no exclusivamente desde la visión del oprimido, sino también desde la óptica de quien lo ejerce. Suelo partir o llegar a una imagen, influenciado siempre desde la fotografía, a la cual sumo diferentes medios, técnicas y soportes en pro de hacer llegar el mensaje.  Me interesa dejar registro de los acontecimientos de nuestro tiempo, utilizando además herramientas y criterios estéticos contemporáneos.  Imágenes, libros, publicaciones, galerías digitales, instalaciones, intervenciones, muestras y exhibiciones quizás son el resultado tangible de mi obra, pero realmente son parte de un todo, son parte de mi “operación cultural”.

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