Veladuras del silencio (Proyecto colectivo)

Veladuras del silencio es un proyecto colectivo que surge de una íntima reflexión compartida, entre Maura Morandi, Marlene Santaella y Xiomara Ovalles, acerca de las imposiciones culturales y sociales, relacionadas con estereotipos de juventud y belleza, a las que se ve sometida la mujer y que la llevan a ser ―y a querer ser― otra cosa distinta de sí misma. Reflexión motivada por experiencias propias o cercanas que terminaron revelando su condición de síntoma de un padecer generalizado que afecta más de lo que parece a nuestras sociedades, y en especial a la mujer.

Esto no es algo nuevo, claro está. La mujer, a lo largo de la historia, ha tenido que enfrentarse a exigencias que, de diversas maneras, según las épocas y los contextos, han atentado recurrentemente contra su naturaleza, al imponerle modelos, moldes, condiciones y restricciones que han coartado de tal manera su libertad íntima que ellas mismas han llegado a olvidar, a negar e incluso a renegar de su propio potencial. Esa negación, ese olvido, se traduce en un profundo desconocimiento de sí mismas, y ha terminado por instaurar, inculcar, en el imaginario común, nociones y concepciones de lo que implica “ser mujer” que no se corresponden con lo que ella en realidad es o, más bien, podría ser.

La sociedad, como ha sido siempre, proclama ideales de belleza que deben alcanzarse sin reparos, y hoy en día este problema se agudiza, porque se ha ido ofreciendo e imponiendo cada vez más la cirugía plástica como posible solución para “reparar los desperfectos de la naturaleza”, lo que muchas veces se convierte en verdaderos desafíos a la anatomía, con sus consecuentes riesgos.

El papel de la cirugía estética en la búsqueda de la belleza y de los patrones que la sociedad nos vende como bellos se inscribe justamente ―como advierten esta tres artistas― en ese proceso de desmemoria; esto es, en la intención de borrar marcas: la marca del coito, con una himenoplastia; la del embarazo, con una lipólisis; la de la lactancia, con un levantamiento de senos; la del paso de los años, con hilos rusos, lifting o blefaroplastias; la de la colosal ingesta de comida, con balones y puentes gástricos. Incluso llegan algunas mujeres a querer eliminar las marcas ancestrales suprimiendo un rasgo físico característico de la familia.

Todas desean captar la mirada, hacerse objeto de deseo, provocar la envidia y los celos, adquirir un sello único que les permita sentirse diferentes aunque, irónicamente, eso signifique uniformarse según los parámetros establecidos por la cultura.

Los signos de estas exigencias a las que las mujeres se ha visto sometidas, para no ser expulsadas de los entramados simbólicos de la actualidad, se han ido naturalizando tanto que han llegado a confundirse con aspiraciones propias, deseos personales e incluso respuestas “acertadas” ante lo que se cree es una íntima búsqueda personal de la propia “autenticidad”.
Ha sido la presión social por la apariencia ―continúan las artistas― la que ha incentivado, además, la dependencia hacia los adornos, los cosméticos y otros accesorios. Hay en nuestra sociedad, aparte de la imposición del ideal de belleza, una gerontofobia que considera el envejecimiento como un rival, como una amenaza para el éxito económico y laboral que, en parte, puede ser amortiguado por esos “remedios” a los que nos hemos estado refiriendo.
Sin embargo, la cirugía estética, la cosmética y los adornos no sirven para aliviar, y mucho menos para sanar, el malestar. Pueden quizá cumplir la función de sutura, a nivel imaginario. Pero es necesario pensar que, si fuera la puerta de entrada hacia un bienestar duradero en relación al cuerpo propio y su imagen, no existiría la necesidad de volver nuevamente a los quirófanos para arreglar aquello que ha sido percibido como causa de un nuevo malestar, que pronto resucitará en otra imperfección o en otro síntoma.

Tanto Xiomara, desde el ámbito de la psicología, como Maura y Marlene, desde la odontología, han podido constatar cómo las mujeres, sin darse cuenta, han ido trasladando sus problemas íntimos, subjetivos, emocionales, hacia cuestiones externas que tienen que ver, no con su ser, su sentir, su emoción y auténtico deseo, sino con su cuerpo físico y con todo aquello que de él no encaje en las expectativas que impone la mirada del otro.
Estas experiencias dentro de sus ámbitos profesionales, sumadas a otras tantas más personales y cercanas, sirvieron de detonante para que las tres decidieran concebir y crear juntas una propuesta que, desde el arte, buscara despertar en las mujeres esa conciencia perdida acerca de sí mismas, desde una mirada propia, sin juicios ni prejuicios, que reivindicara el alma femenina y su belleza natural.

Daniela Díaz Larralde

XIOMARA OVALLES
SUTURAS

Cuando me pregunto por qué algunas mujeres se sienten vacías o incompletas, o por qué las define un imaginario erótico, o por qué algunas mujeres están tan insatisfechas con sus cuerpos que se someten a dolorosas intervenciones quirúrgicas por el mero “placer” de cambiarlos, mi primera respuesta me sumerge en otra pregunta: ¿Cuál es el verdadero ideal que las mujeres perseguimos?.

El cuerpo, en la posmodernidad, se ha convertido en objeto de culto. La promoción de la juventud y la belleza del cuerpo ha logrado imponerse como un rasgo permanente de la civilización y nos ha convertido en esclavas de la mirada del otro.

El mercado ha hecho que muchas mujeres definan su valor y autoestima por los atributos físicos que este exige de ellas. Y, paradójicamente, aunque sabemos que los procedimientos quirúrgicos que nos ofrecen como “solución” al problema causan dolor e implican riesgos, nos sometemos de buen grado a ellos, como autómatas, casi de manera inconsciente, sin cuestionarlos o cuestionarnos acerca de por qué lo hacemos; a pesar de que sabemos que es imposible sanar el alma con el bisturí.

Pienso que nuestra capacidad de crítica y análisis en estos tiempos ha menguado o en parte ha sido anulada. Entonces, ¿qué nos queda cómo definición de “Mujer”, si sabemos que estas nuevas tendencias están en función de un discurso capitalista patriarcal que moldea nuestro concepto con falsas ilusiones de feminidad y libertad, alienando nuestro pensamiento y haciéndonos tratar a nuestro cuerpo como cosa, meramente como materia, como resto, así, sin atenuantes?.

FICHA TÉCNICA
Título: Suturas
Autor: Xiomara Ovalles.
Técnica: Cinco manteles de lino blanco antiguo, tres (3) de 30 cm x 44 cm y dos (2) de 16 cm x 16 cm.
Todos los manteles han sido trabajados con técnicas mixtas: ecoprint, oxidación, dibujo a lápiz, encáustica al agua y clavos.

Xiomara Ovalles (Tariba, Tachira, 1963)
Licenciada en Psicología de la Universidad Católica Andrés Bello (Caracas, Venezuela). Formación como psicólogo clínico infantil en el Hospital La Paz (Madrid, España). Formación psicoanalítica en el instituto Oedipus, núcleo psicoanalítico, de Argentina. Formación como Pintora e inicio de escultura con el maestro Janel, en Madrid, España (1986-1988), y con el maestro Marco Salazar Delfino, en Venezuela (2016-2017). Formación como fotógrafa en la Escuela Roberto Mata, Taller de Fotografía (2013-2016). Diplomado de Arte Contemporáneo en la UNIMET (2017-2018). En el año 2018 funda y pone en marcha La Fábrika, Centro de Arte, en Los Teques (Miranda, Venezuela), de la cual es actualmente su directora.

Ha participado en numerosas exposiciones colectivas como artista visual, entre el 2004 y el 2007, y en el año 2019 realiza una individual titulada Amarras de Angustia, con curaduría de David Montoya Sosa.

MARLENE SANTAELLA
LA CUEVA DE LOS CISNES

La pérdida de la “belleza” por la caducidad del cuerpo desnuda a la mujer de una manera que deja al descubierto cuánto nos afecta. Alteradas y ansiosas, buscamos formas de poder reparar esa belleza perdida, de borrar mágicamente todas las cicatrices del tiempo a través de una costura invisible. Buscamos estirar y moldear la piel como si se tratara de una goma, con la intención de alcanzar la perennidad de su lisura. La piel o cualquier otro tejido del cuerpo. Una manera de ser muñecas, figuras perfectas inalterables en el tiempo. Buscamos, sin parar, moldearnos según los sembrados estereotipos actuales de una belleza construida.

Esto me hace pensar en si es que ser bella así, siguiendo esos patrones, se ha convertido en una moda o si es cuestión de poder. El poder que da sentirse inmarchitable o el que necesitas para costear el cambiar partes del rostro o del cuerpo. Cambios físicos que te llevan a una mayor “valoración de ti misma” al momento de mostrarte al mundo. “Valoración” impuesta por un entorno o por una sociedad que guía o induce.

Mi mirada entonces se vuelca sobre aquellas cosas que son irreales y que ha venido imponiendo la sociedad para adornar el cuerpo, para hacer de la piel algo incorruptible y pétreo, de tersura indeleble. Figura virtual. Pero también me detengo en el contraste entre esa figura y lo regalado por la naturaleza, lo real, como bien nos lo muestra Bernardí Roig en su trabajo “Joie de Vivre”, donde rinde homenaje ―como puede leerse en la reseña de la exposición en Tabacalera (Madrid, 2019)― “al primer colectivo sindical femenino, las cigarreras; rebelde, apasionado, contestatario e independiente, que cohesionó la precariedad de la condición de la mujer trabajadora para fortalecerla”.

A partir de eso, la misión se convierte precisamente en recobrar la fuerza y el valor del tránsito vivido, huella del tiempo; adorar cada vertiente, grieta o fisura en el caudal femenino. Esas mujeres allí retratadas, sonrientes y desnudas, tal como son, hacen que admire, sin dudas, al género femenino por sus múltiples facetas; en especial, por aquella que deja la primera cicatriz al dar vida.

Todo esto me hace escudriñar en lo que se esconde entre lo subjetivo e irreal y lo real, con la intención de poder reivindicar a la mujer sublime, natural, y rescatar lo que significa el proceso de caducidad de la piel desde el amor, para convertirlo en un manantial digno de belleza pura que nos permita dejar de sentirnos patitos feos y reconocernos y transformarnos en verdaderos cisnes.

Es por esto que invito a que nos veamos con una mirada menos fuerte, menos cargada de juicios y pre-juicios y, en cambio, mucho más honesta, genuina, auténtica, íntima. Así seremos capaces de descubrir y contemplar la belleza en el propio placer sensorial, intelectual y espiritual, y no tendremos que aguantar más tejidos apretados que moldeen nuestro cuerpo como maniquíes, que nos compriman más el alma, el espíritu y la misma piel, que pide poder relajarse al pasar el tiempo.

No olvidemos lo que dice Clarissa Pinkola Estés en su libro Mujeres que corren con lobos (1992):

No se puede abordar la cuestión del alma femenina moldeando a la mujer de manera que se adapte a una forma más aceptable según la definición de la cultura que la ignora. El objetivo tiene que ser la recuperación de las bellas y naturales formas psíquicas femeninas y la ayuda a las mismas.
Sin duda, lo que nos atañe es no perder el amor por la naturaleza física que acompaña el tránsito vivido. Ser auténticas, sin miedo a la caducidad.

FICHA TÉCNICA
Título: La cueva de los cisnes
Autor: Marlene Santaella
Técnica: Video: MP4/ 1:51’’

Marlene Santaella (Caracas, 1968).

Odontólogo graduada y post graduada en la Universidad Central de Venezuela. Desde el año 2014 comienza sus estudios en la Escuela Roberto Mata, Taller de Fotografía. En 2015 recibe el Daily Dozen Award de National Geographic (NATGEO) por la obra Serenity and Simplicity. En 2016, participa en la 68 Bienal Arturo Michelena con la obra: Tres. En 2017, gana el 3er Lugar en el concurso Baruta en Foco con la obra Acelerados. Ese mismo año es invitada a participar como Still photographer en el cortometraje “The Spirit was Gone”, realizado en la ciudad de Miami. Ha participado además en distintas exposiciones, entre ellas: Latphotomagazine Facebook (2015), con el proyecto Corazón valiente; Miami Life en Miami Institute of Photography (2018), con la obra Leftflowers; RMTF School of Photography (2019), exposición colectiva: Marginal, y Milander Center for Arts and Entertainment (2019), con la obra Evanescent; todas en Miami.

MAURA MORANDI
CON DERECHOS DE AUTOR

Cuando me detengo a pensar en mi trabajo, me viene a la mente aquella frase de “hacer oír nuestra voz”, y creo que eso es lo que trato de hacer a través del recorrido inquieto e incansable de mi mirada sobre las huellas que ha ido dejando el paso del tiempo en mi cuerpo.

Que escuchen la voz de mi piel, de mi cabello, de mis rodillas, de mi espalda y no solo la mía, sino la de todas aquellas mujeres capaces de envejecer con dignidad.

Las enseñanzas que contienen esos territorios me infunden confianza: los caminos trazados por la naturaleza, las experiencias vividas, las sensaciones, los senderos que se alejan de los estereotipos femeninos, el coraje ante el dolor, las fatigas, el serlo todo para todos y ¿por qué no?… los momentos de felicidad, el roce de un abrazo, un suspiro en el cuello, la elasticidad de lo maternal, el tostarme bajo el sol, las caricias de la brisa, el goteo del sudor…

Por todo esto, y seguramente por algo más que me falta nombrar, es que me he dedicado a pasar, repasar, resaltar y enaltecer algunas de esas huellas que los años han ido dejando en mi cuerpo. Huellas que han recobrado vida a plenitud en cada puntada con la que he ido hilvanando en ellas la memoria que guardan sus silenciosos surcos. Parte de un proceso íntimo de restauración del alma que me ha llevado a descubrir y recorrer el camino de un mayor conocimiento de mí misma.

La sensación al perforar la tela con la aguja, el sonido del hilo pasando a través de ella, hacer montones de nudos como cerrando ciclos y, finalmente, ver y tocar el resultado de esta obra me hace poder decir: ¡que viva lo vivido!.

FICHA TÉCNICA
Título de la serie: Con derechos de autor
(Se están enviando cinco (5) representaciones digitales de las obras)
Autor: Maura Morandi F.
Técnica: Fotografía digital impresa sobre canvas y bordada a mano con hilo DMC Mouline Tamaño: 53,5 x 53,5 cm

Maura Morandi F. (Caracas, 1968).

Odontólogo graduada en la Universidad Central de Venezuela y, desde el año 2011, fotógrafo profesional. Inició sus estudios en Avecofa y los continuó en la Escuela Roberto Mata, Taller de Fotografía (Caracas). Comenzó su carrera en la Fotografia Deportiva, cubriendo las más importantes carreras y maratones de la capital, trabajando para grandes empresas como PepsiCo, Hipereventos, Gatorade, Nike, Ron Santa Teresa y Sport Solutions, entre otras. En 2016, forma parte del staff de fotógrafos de Prodavinci, plataforma digital de noticias, desarrollando en paralelo la fotografia documental y el fotoperiodismo. Además, participa en la 68 Bienal Arturo Michelena (Valencia, Venezuela).

En 2018 obtiene una Visa de Talento en USA, donde su discurso fotográfico comienza a tornarse más artístico. Participa en diversas exposiciones, entre las cuales destacan República Colapsada (NY) e Hispanic Heritage (Miami), donde recibe el Premio como 1er Lugar.

En 2020 es invitada en dos ocasiones a cumplir el rol de jurado para la selección de participantes de la exhibición Subjet Matter/Acid Times, en Miami, y para el Concurso Fotográfico La Visión del Mundo Dentro de Casa.